sábado, 8 de octubre de 2016

LOS PACTOS DEL CHIRINGUITO

ILUSTRACIÓN: Manuel F. Torres

Me pongo en la tesitura de analizar los hechos ocurridos en la reciente política española y, por más que los medios de difusión se empeñen en construir un relato surrealista, el pensamiento lógico me asalta y me hace buscar una narración más veraz o, si acaso, un análisis que no introduzca falacias en su razonamiento.

Y es que estamos viviendo una coyuntura con el PSOE que no se nos puede explicar como algo surgido por arte de magia o por ciencia infusa. Lo acontecido, el golpe a Pedro Sánchez, proviene de varios pecados originales encadenados como causa que provoca el efecto y efecto que se convierte en causa que, desde el mismo momento en que se cometieron, abocaron la situación del partido hacia el destierro del paraíso político.

Voy a explicarme atendiendo a ese pensamiento lógico al que antes me refería y para ello, para no liar más todo este lío, tendré que exponer mi teoría dando saltos en el tiempo que señalaré de forma conveniente.

En primer lugar diré que el PSOE no ha sabido entender el cambio de los tiempos y de la política en España. Ya con el nacimiento del movimiento 15M demostró tener poca cintura para quitarse de encima la comparación e identificación gritada mil veces en un eslogan famoso con su aparente partido rival: el PP. En ese aspecto, con Rubalcaba al frente, mantuvo una estrategia inmovilista y ya con Pedro Sánchez como Secretario General no varió el rumbo hacia el abismo.

El aviso de Podemos en las Elecciones Europeas y lo ocurrido en las posteriores Elecciones Autonómicas y Municipales, al parecer, tampoco hizo pensar a los de Ferraz en cambiar el ritmo. Total, pese al crecimiento de Podemos imparable hasta esa fecha, al PSOE le fue bien en aquella convocatoria y multiplicó sus cuotas de poder territoriales en plazas perdidas o nunca conquistadas. Pero, claro, para conseguir ese aumento potencial tuvo que casarse con Podemos y con quien no era Podemos.

El PSOE bajaba en número de votos pero los “barones” (me revienta este calificativo en una formación que se dice de izquierdas) conquistaban terrenos siguiendo una política matrimonial que imaginaron a la usanza feudal: “no nos gusta la pareja pero sí que nos place su dote y, como es inexperta, tiempo tendremos mientras gobernamos de hacer lo que queramos con los amantes que apetezca”.

Así, por poner varios ejemplos, se fraguaron las alianzas de Castilla-La Mancha con el Sr García Page; en Extremadura con el Sr. Fernández Vara, en el Principado de Asturias con el ínclito Javier Fernández (en este caso con IU)…

Se han de resaltar dos puntos respecto a los pactos descritos: el primero es que se realizaron donde C´s no tenía nada que hacer debido a los nimios resultados; y el segundo es que todos estos barones pactaron con las dos formaciones Podemos e IU de las cuales, después, cuando se conformó la marca Unidos Podemos, han echado pestes a la hora de permitir que Pedro Sánchez formara un gobierno alternativo al del PP.

Por otro lado, como contrapartida, también se fraguaron alianzas con el PSOE en las que Podemos o sus confluencias lograron situar a candidatos al frente de ayuntamientos como ocurriera, entre otros, con Barcelona y Madrid (aunque Ada Colau precisó pactar con un mayor número de partidos que Manuela Carmena).

¿Quién podía imaginar, tras comprobar lo rápido que se fraguaron estas uniones, que el apoyo a la candidatura de Pedro Sánchez para la presidencia del gobierno se convertiría en una batalla campal? Otra cosa no será, pero raro es de narices.

Mantengamos estos hechos en la memoria para la deducción posterior y centremos la mirada en comunidades donde la política de pactos señaló un patrón diferente, un modus operandi que puede arrojar luz sobre estas extrañezas.

Lo ocurrido en la Generalitat Valenciana supone un caso reseñable para este cometido.

Y es que el Sr, Ximo Puig tuvo que practicar la bigamia para desalojar al PP y, en estos menesteres, casó con Compromís y con Podemos tras coquetear de forma torticera con C´s. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué el PSPV buscó un posible pacto con C´s antes de los “Acords del Botánic”?

He aquí una gran clave de este tejemaneje que nos obliga a trasladarnos en el tiempo dos meses atrás, al mes de marzo de 2015. En esta fecha nos encontramos que el PSOE-A, liderado por Susana Díaz, no logra mayoría absoluta en las elecciones andaluzas y que, ni corto ni perezoso, la formación se decanta por pactar con C´s evitando pactar con la formación Podemos que, por pura aritmética, le hubiese dado una cuota mayor de poder y de estabilidad a la Junta.

¿Pero es estabilidad lo que pretendía Susana Díaz con su política de pactos?

A todas luces, no.

Esta conclusión se infiere por otro hecho: Susana Díaz rompe con IU, su anterior socio de gobierno, en enero de 2015 aduciendo lo poco estable que era la alianza de las dos formaciones y, así, justifica su adelanto en la convocatoria de elecciones. Un adelanto que, en realidad, podía generar mucha más inestabilidad en la Junta tal y como ha ocurrido después a la hora de dar el visto bueno a un gobierno para España. Por lo tanto, debemos analizar los hechos para desmontar la excusa de la inestabilidad política que tanto temía Susana Díaz.

Retrocedamos un poco más en el tiempo pero no abandonemos la región:

La alianza del PSOE-A con IU se había desarrollado durante tres años, sin amor pero con normalidad, hasta que el dirigente de IU en la Junta de Andalucía, Antonio Maíllo, esgrimió la posibilidad de consultar a las bases de IU si se mantenía o no el acuerdo. ¿Cuál era el motivo de estudiar esa opción? El incumplimiento del pacto de gobierno representado en 28 leyes de las que sólo dos llegaron a aprobarse. Llevado todo pasados esos tres años a una propuesta de mínimos, Maíllo exigió la aprobación de 4 leyes de aquel conjunto inicial de 28. Entre ellas destacan una Ley Integral de Agricultura y una Proposición de Ley de Banca Pública destinadas a hacer resurgir la producción agrícola andaluza, al pequeño agricultor y a las PYMES.

Susana Díaz cogió la amenaza al vuelo y la puso de justificante para romper un acuerdo que había tardado años en producirse. No sólo eso. De inmediato convocó elecciones y, conocedora de su fuerza en la región, dio paso para que entrasen nuevos actores en juego: Podemos y C´s. Aferrándose al principio clásico de dividir y vencer, ella dividió y venció. Logró los mismos escaños que en el año 2012, mientras que IU era arrasada por el empuje de Podemos y el PP, por su parte, perdía 17 escaños entre abstenciones y votantes descontentos que migraron su voto a C´s.

Una estrategia de manual que Susana Díaz cierra con su mayor logro: llega a un acuerdo de gobierno con C´s que sólo disponen de 9 escaños y, bajo la máscara de la transparencia exigida por la formación de Albert Rivera, se quita de encima a sus padres políticos los cuales suponen un borrón para sus pretensiones futuras. De este modo, Griñán y Chaves son obligados a darse de baja en el partido por exigencia aparente de C´s y Susana Díaz queda impune de su particular parricidio socialista andaluz. El PSOE nacional, por su parte, respira aliviado de no tenerlos en sus filas cuando, meses más tarde, Griñán y Chaves son imputados por el caso de los ERE.

En definitiva, más potagia que magia para lograr que a Susana Díaz nadie le enmiende la plana en la Junta. Porque C´s, como se ha visto a posteriori, una vez logradas sus cuotas de poder, como formación sólo sirve para que se mantenga el sistema bipartidista vestido con otra seda.

¿O sí sirve para otra cosa?

Para contestar a esta pregunta debemos recuperar en este relato a Ximo Puig, dos meses después, buscando la manera de formar gobierno en la Generalitat Valenciana… y recuperemos también su intento de acuerdo, por la espalda, con C´s. Imaginémosle estudiando la táctica de Susana Díaz y, con suma facilidad, sacaremos una clara conclusión: el dirigente valenciano y con toda probabilidad la Dirección Nacional constata que la única fórmula que tiene el PSPV para anular a Podemos es pactar con C´s y Compromís. Ximo Puig, con o sin órdenes centrales, ve clara la jugada de Susana Díaz y la intenta clonar de tapadillo. Pero el modelo no es el mismo y Mónica Oltra le retuerce el guión hasta el punto que conocemos. Mira tú por donde, resulta que, del acuerdo final alcanzado en el Botánic entre PSPV, Compromís y Podemos, germina una idea de pactos plausible para el gobierno central: la coalición a la Valenciana.

Y entonces llegan las elecciones generales en su convocatoria del 20 de diciembre del 2015. Tras el escrutinio de la votación, a Pedro Sánchez se le abren dos caminos claros para lograr desbancar al PP y hacerse con la presidencia del gobierno de España por mayoría simple. Son los ya habituales: o con Podemos, el resto de partidos de izquierda y la abstención de C´s; o con C´s aunque esto le obligue a solicitar la abstención de Podemos.

No es necesario que relate cómo se desarrolló esta fase del proceso, es de sobra conocida. Pero sí debo remarcar la opción escogida por Pedro Sánchez porque determina el patrón estratégico, la imposición de Susana Díaz que, gracias al referéndum andaluz, constata el poder que le confiere en la organización su granero de votos; un poder absoluto ya que, al día de hoy, tras haber dilapidado aquel otro granero del PSOE en Cataluña, los votantes de la Presidenta de la Junta significan la supervivencia del partido en el ámbito estatal.

¿Con quién se desposa Pedro Sánchez en tiempo récord y contra natura? Con Albert Rivera para asombro y cabreo de las formaciones de izquierda. Acto seguido, se empieza a diseñar un relato con el que construir el siguiente mantra: Podemos vota lo mismo que vota el PP y por eso España no se quita al partido corrupto de Rajoy de encima. La formación Podemos, según ese argumento falaz, es culpable de todos nuestros males.

Pero… ¿por qué no ocurrió al revés? ¿Por qué Pedro Sánchez no buscó su pacto con las izquierdas para solicitar después la abstención a C´s? ¿Por qué no empleó esta otra táctica para poder decir, a posteriori, que el PSOE no había logrado llegar al gobierno por culpa de la formación de Albert Rivera?

La respuesta se ve nítida y ya la he adelantado. Pedro Sánchez asume el patrón estratégico de Susana Díaz: utilizar a C´s como cuña para dejar dividida la oposición en dos bandos que, como cabe esperar, nunca serán aliados: el PP y Podemos.

Y es aquí donde descarrila el tren de las estrategias del PSOE: Podemos y las izquierdas votan en contra de la investidura de Pedro Sánchez aún a costa de votar lo mismo que el PP. De este modo, el modelo de Susana Díaz fracasa. Nos vemos abocados a unas segundas elecciones generales en las que el PSOE perderá más votos tras retratarse y tras mostrar a sus seguidores cómo emplea la confianza que le han otorgado con sus votos. ¿Alguien culpa a Susana Díaz? No. El nombre del culpable se comienza a tallar en el árbol del ahorcado.

Tras estas nuevas elecciones, cambia el panorama de pactos: C´s se alía con el PP a sabiendas de que no suman los suficientes apoyos para lograr la investidura de Mariano Rajoy y al PSOE sólo le queda una opción: casarse en segundas nupcias con Unidos Podemos.

Pero, claro está, dicho maridaje puede hacer saltar por los aires el chiringuito de Susana Díaz que, es más que sabido, mantiene una guerra encarnizada contra la formación morada en Andalucía. Hay mucho poder en juego, más del que se ve a simple vista, y Podemos, en Andalucía, puede tener un refuerzo enorme con Unidos Podemos constituyéndose como apoyo de un gobierno de Pedro Sánchez.

Es aquí donde la idea del golpe al líder del PSOE cobra sentido; es aquí donde comienza la confabulación de Susana Díaz con los barones para los cuales perder el apoyo de Podemos no significará gran cosa; es aquí donde se habla con Felipe González para que haga las veces de doble agente entre el PP y Pedro Sánchez; es aquí donde el Grupo Prisa se lanza a degüello contra Pedro Sánchez; y es así como se determina el asesinato del César para preservar los chiringuitos.

¿Por qué puedo afirmar esto?

Pues por simple contraposición de los hechos: si consultamos hemerotecas, mientras se seguían las estratagemas de Susana Díaz, nadie se alteró en el PSOE, nadie dio por malos unos resultados y, como es lógico, todo el partido esgrimió la irrupción de las formaciones Podemos y C´s como excusa del bajón electoral. Por el contrario, tras las segundas elecciones y, sobre todo, tras las elecciones gallegas y vascas; nadie en el PSOE colocó dicha irrupción como factor de la disminución de votos. De pronto, la culpa de todo recayó en la gestión de Pedro Sánchez y su equipo; Felipe González afiló el cuchillo sacando a la luz una conversación privada y su decepción con Pedro Sánchez; el Grupo Prisa montó campaña para denostar no sólo al líder socialista sino a la posibilidad de montar una candidatura alternativa junto al resto de fuerzas de izquierda y, como colofón de la conjura, se abrieron canales de comunicación con el PP para tener a Mariano Rajoy al tanto de los avances del golpe.

Y sin más, sin pensar en los daños colaterales inmediatos o últimos; sin tener un programa alternativo al de Pedro Sánchez para evitar el desastre; sin tener en cuenta el maltrato infligido a la imagen del partido… se orquesta un fraude en el que se utiliza hasta la ausencia de los muertos (¡Pobre Pedro Cerolo!); se genera una suerte de gabinete de crisis donde también se obliga a dimitir a Pedro Sánchez como Secretario General de la formación; y, para colmo y remate, se impone una gestora con un títere al frente al que conocemos por su trapicheo con el PP en lo que se ha dado en llamar “La batalla de Oviedo”.

Provocar el punto y final de su partido, poner en riesgo su historia y pasarse por la piedra a su militancia y seguidores, les da igual: lo que importa es mantener contentos a los dueños de los respectivos chiringuitos, los que mantienen en pie a los barones y tienen suculentos planes para la baronesa. Todos ellos saben que la gente empobrecida pierde la memoria cuando al hambre se le ofrece una migaja. El PP se lo demuestra a diario.

Pero, aunque la conclusión de este relato de intrigas la conocemos y la sufriremos de sobra, debe quedar claro esa es la pretensión de este artículo que nada de lo acaecido se ha llevado a cabo buscando lo que Susana Díaz llama “el interés general”. No. Nada de todo esto se ha hecho para paliar los efectos en la sociedad de una corrupción de tal magnitud que instauró la crisis mundial que aún vivimos. No. Nada de todo esto se pensó mirando a la militancia a la cara ni pidiendo su opinión. No. Nada se ha hecho para evitar los supuestos males del bloqueo institucional. No.

Lo único que sí se ha pergeñado, en realidad, es la guerra de Susana Díaz contra Podemos como si Podemos fuera el enemigo con el objetivo de limitar su ascenso y evitar el cacareado sorpasso al PSOE, no en toda España, sólo en Andalucía, donde, oh casualidad, se descubrió el mayor escándalo de corrupción del PSOE y la mayor estafa, en términos cuantitativos, a las arcas del estado.

¿Alguien se imagina una auditoría, tanto de gestión como de cuentas, en la Junta de Andalucía? ¿Alguien imagina que lo que está realizando el gobierno de Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid, para valorar lo que hizo el PP durante 20 años, se pueda llevar a cabo en la Junta? ¿Alguien imagina lo que podría salir de ahí?

Susana Díaz, los barones golpistas, Felipe González y los dueños del chiringuito andaluz, sí.





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